Los pobres de esta ciudad, ¿les llamo pobres o mendigos oh pedigüeños?, han cambiado de sitio. Antes, los encontrabas en las puertas de las iglesias, era su sitio.
Los feligreses les daban oh echaban algunas monedas con desdén, habían hecho su acto géneros diario se confesaban con el sacerdote de toda la vida, después tomaban el cuerpo de Cristo y salían limpios de pecados.
El mendigo se acercaba a ella y le pedía para poder comer. Nuestra feligresa le contestaba con desdén: “Ya te he dado antes, borracho”. Una escena de años atrás muy conocida: mendigo igual a borracho y putero.
Ahora, han cambiado de ubicación, las puertas de los de los supermercados oh tiendas de barriadas. Puede ser mujer o hombre, las mujeres tienen más aceptación. Da igual hombre o mujer, las mujeres se les acercan y les preguntan; ella les cuenta: “Que la han echado de la casa, no encuentra trabajo, hijos que mantener, no pide dinero, pide comida”. Tiene un carro de la compra detrás, va llenándolo con productos de primera necesidad que le han ido proporcionando los compradores del súper. Una vez lleno, “se marcha”.
Vuelve al mismo sitio supermercado conocido un par de días más, dejas de verla, el puesto de trabajo ha quedado libre.
En esta ocasión, un hombre, joven, moreno con una gorra deportiva, figura atlética, mirada al suelo. Pasas a su lado, pide comida, los clientes de este súper acostumbrados a estas personas, empiezan a conocer la historia, les compran alimentos.
Así, van pasando los días, hay otra persona, mujer, hombre, no hay competencia entre ellos, pueden tener un código secreto para avisarse en qué puesto de trabajo están, así no hay duplicidad del trabajo, un mensaje de WhatsApp, señales en la pared. Todo es posible, la intención es lo que cuenta.
Quiero pensar que estas personas que han sido apartadas por la sociedad, parados de larga duración, desahucios, salud mental,separaciones complicadas, herencias, pago de alquiler, consumo de alcohol o drogas, o simplemente se han ido apartando por voluntad propia, han hecho una cooperativa solidaria. Los alimentos recogidos en los supermercados por voluntad de otros ciudadanos, cada miembro de esta cooperativa solidaria, tiene un puesto de trabajo para sus componentes.
Otros tienen asignado de guardacoches, otros de ayuda en aparcamientos, reciclaje de mobiliarios tirados en la calle, recogida de ropa de los contenedores. Llevan esta mercancía a su otra “ciudad” pequeña, escondida de la mirada de la otra ciudad de orden dentro del desorden. A ellos les importa un rábano los pisos turísticos, la masificación de la ciudad por el “Turista Un Millón”, “Málaga La Mejor”.
Su necesidad es vivir, comer. La comida va en función de lo recogido, será como antiguamente en esta España nuestra, familia que tenía comida ese día sentaba a su mesa a sus vecinos que ese día no tenían para comer, solidaridad vecinal. El ser humano siempre ha tenido momentos de ser solidario, no lo olviden.
Habrá otros que se encarguen de buscar alojamiento, ducharse, poder estar un rato de tertulia con sus compañeros de trabajo, anécdotas. Los niños, si los hay, irán aprendiendo con los libros recogidos de los contenedores, libretas, lápices o no; igual están escolarizados porque no, van a colegios públicos, son niños o niñas educados, saben lo duro que es el día a día. Ven a su comunidad cómo intenta seguir viviendo. Por la mañana temprano lo llevan quien lo lleva, al que lo coja más cerca de su centro de trabajo. Los recursos son escasos, hay que sacar la máxima rentabilidad.
Igual tienen en su dirección de la cooperativa solidaria un presidente, alguien que los guíe. Los seres humanos siempre han necesitado alguien que les enseñe el camino, temerles, utilizados por los que ostentan el poder. Los griegos se inventaron los dioses, menudo culebrón de amor, incesto, rayos y truenos, ni Falcon Crest, guionista de primera.
Les siguieron los romanos, estos siguieron con sus dioses, por el imperio, esclavitud, saqueos, guerras, otro Imperio del Olimpo hacia la destrucción. Después llegó la Iglesia, esta sigue después de tantos siglos, no pueden superar a los griegos, fueron los primeros. La Iglesia hizo un guion sin desperdicio, tiene de todo, paloma incluida, juegan como nadie al engaño, al escapismo. Marido tiene que tragar con la virginidad de su mujer, queda embarazada sin contacto sexual, tiene ángeles, milagros, boda con vino a tutiplén, vino aguado, resurrección, toda una epopeya. Si tienes duda, “Dogma de fe”.
La historia puede ser creíble o no, ficción, quién sabe… es una forma de ver esta ciudad con otra ciudad más pequeña que tiene en la supervivencia su principal virtud. Los personajes son reales, fíjese en su “trabajador”, estará en su puesto en la puerta del supermercado… sí, sí… fíjese en él o ella, estoy de acuerdo… ni lo miramos… esta vez sí. Cuando sacamos esa parte que nos queda muy adentro pero ahí está, nos acercamos a ellos, las historias que cuentan son muy humanas, hay una empatía solidaria, de complicidad, de entender su relato. Será un momento de sentirnos solidarios, le compraremos algún producto comestible, cerramos con la entrega ese momento de solidaridad. ¿Se han sentido bien?
Curioso cómo la sociedad ha evolucionado en su forma de interactuar con los más desfavorecidos. Antes, la caridad se ejercía en las puertas de las iglesias, un acto casi ritualizado que permitía a los feligreses sentirse momentáneamente virtuosos. Hoy, los supermercados de barrio han tomado el relevo, convirtiéndose en los nuevos templos de la solidaridad. Sin embargo, la esencia sigue siendo la misma: una moneda aquí, un paquete de arroz allá, y todos podemos seguir con nuestras vidas sintiéndonos un poco mejor. Pero, ¿realmente hemos cambiado algo? ¿O simplemente hemos trasladado el escenario de nuestra indiferencia?
Reprochable, no podemos reprochar que quieran seguir en esta situación, van limpios, ropa, su comportamiento es educado, su mirada la dirigen al suelo, esta muestra de sumisión ante la ciudadanía hace su efecto, nuestro lenguaje corporal dice más de lo que creemos. Forma de vida… Tienen un trabajo de horas en diferentes sitios, supermercado, zonas cerca de los bancos, sus cartones preparados. Otros prefieren ir a los albergues públicos, cenar, dormir, desayunar y al curro… Quisiera que fuera así, una forma de protesta, que se sienten bien con este trabajo que les hace vivir, sentirse útiles para sus familiares. No está remunerado oh ,sí, unos euros, comestibles, un trueque. ¿Podemos decir No quien nos pide para comer? Nuestra conciencia necesita un soplo de humildad.
Feliz noche, moderadamente felices.