Continuará . Espacio de encuentro.

Querida Isabel, Desde el primer momento en que te vi en la televisión, supe que eras la reina de mi chulapo corazón. Tus discursos, tan llenos de pasión y determinación, me han hecho sentir como si estuviera en una verbena de San Isidro, pero sin las rosquillas tontas y listas. ¡Qué delicia! Tu habilidad para gestionar crisis y generar titulares es simplemente fascinante. Cada vez que hablas, siento que mi corazón se confina y se desconfina al ritmo de tus palabras. Eres la presidenta de mi corazón, y no hay toque de queda que pueda detener este amor castizo. Tu don para hablar es tan impresionante que, aunque no entienda nada de lo que dices, no me importa.  Eres un poco despistada, manipuladora, alpinista de escalera pepera, pero eso solo añade a tu encanto. Dices lo que piensas, o al menos lo intentas, y eso es lo que cuenta… ¿o serás Candy Candy? Me encantaría invitarte a un almuerzo en una taberna madrileña, donde podamos disfrutar de un gran almuerzo a la madrileña: callos, cocid