Los días en el hospital, sé parecían al día anterior, hay una película creo qué es Americana , titulada EL Día dé la Marmota, cada día me levantaba a las 8 dé la mañana, mí compañero dé cuarto Alberto, sé levantaba a las 7 o 7,30 , dé ésa forma podía descansar un poco más, aún tomando pastillas para dormir, mi sueño, no hacía acto de presencia, estaba tan cansado, qué él levantarme era dé uno dificultad extrema, perdí peso de los 72 kg, qué pesaba cuando falleció mí esposa, ahora pesaba 54 kg, cualquier esfuerzo era una lucha continua de levantarme cueste lo qué cueste, mi compañero Alberto, siempre se quedaba en su cama sentado y vestido hasta que yo terminaba de ducharme, no era la primera vez qué los mareos daban con mis escuálidos huesos en el suelo, siempre le agradeceré a Alberto, hacerme compañía en esos momentos difíciles físicos y mental, sabíamos que el no tendría fuerza para levantarme, se quedaba pendiente para llamar a lo auxiliares.
Una vez duchado, vestirme, salir, abrir la puerta eran todo un desafío, recibir él Sol dé la mañana aunque fuera tenue para mí, era, vivir un día más, saber que la vida me había porrogado mi letra de cambio, una prórroga más, un día más, tengo esté día para disfrutarlo, mañana, será otra vez ir a la ventanilla con la letra y ver qué ocurre con mí renovación de ésa letra dé cambio qué es mí vida, en ocasiones, bastantes ocasiones, qué la vida me importaba poco, quería qué la muerte me cogiera, me llevará al mar, está tan cerca, dé noche en el silencio de las madrugadas, él sonido rompiendo en la orilla, hacia sentirme más tranquilo, más relajado, en ésos momentos pedía es él momento llévame con ella coger una barca, acuestame, pon dos monedas una cada ojo , empuja con la fuerza qué tienes eres capaz de llevarte al más fuerte y al más debil, dejá qué la barca navegue hasta el fin del horizonte, deja qué el mar me llevé a los confines más recónditos, allí, estaré con ella, el círculo de mí vida terminará con sus besos, sus caricias y dé la mano seguiremos hablando, dé muestras hijas, de nuestras nietas, de nuestros nietos...
José Antonio, té as quedado dormido, estás bien....?
Sí, Alberto, estoy bien, la ducha me ha dejado sin fuerzas.
Venga, vamos a desayunar.
Qué hora es.....?
Las 8,30 ... Porque...?
Alberto, nosotros somos del tercer turno, así,, qué hasta las 9,30 no nos toca. Sí, te parece, nos damos una vuelta por él recinto hospitalario, tenemos la suerte de tener un recinto para poder salir.
Sí, pero, es, lo mismo José Antonio, todos los días igual, ésto yo no aguanto, me voy acostar.
No Alberto, nos vamos ahora mismo a dar ésa vuelta, acuérdate que podemos salir al paseo marítimo, hasta las 9,30 del desayuno, tenemos tiempo.
José Antonio, que no sé puede salir, tú no entiendes de normas.
Qué sí podemos salir, acuérdate de ayer, salimos, antes dé ayer igual, así, que vamos.
Vale, pero, si nos regañan, tuya es la culpa.
Muy bien Alberto, seré quien dé las explicaciones, ahora vámonos.
Juntos andamos por el pequeño jardín qué tiene él hospital. Alberto, como siempre sé da la vuelta para comprobar que nuestra casita de nomo estaba bien cerrada, lo espero.
Alberto, estaba cerrado.....?
Pues, no, siempre dejas la puerta sin echar la llave.
Pero, qué sé van a llevar.....?
Lo qué sea, hay que echar la llave.
Venga Alberto, no, te enfades hacé un día espléndido.
Nos dirigimos a la verja. Alberto, sé queda un poco atrás dé mí, toco el timbre y abren la verja.
Ves Alberto, cómo sé puede salir.
Ya, pero a las 9, 30 aquí.
Salimos del recinto hospitalario, nos encontramos con dos pacientes, más adelante, explicaré quienes son.
Continuará............